Cuando era chico solía jugar a la pelota, mirar televisión,
esas cosas; no puedo entender como esta bandeja se la pasa pegada a sus libros.
Me gustaría quemarlos todos y que salga a la calle a aprender un poco de la
vida. Maldita rata de biblioteca. Viste Jorge, la otra vez me pidió que la
mandara al colegio ¡apenas tiene cinco años la desgraciada!. Ni que ir al
colegio le sirviera de algo en la vida.
¡Es una ignorante! No lo soporto mas, además de analfabeto
quiere decidir el rumbo de mi vida para que sea tan fracasada como el. Esta
empeñado en decir que tengo cinco años y tengo seis, ¡y bien merecidos! Uno no
olvida sus años viviendo frente a un semejante cerdo. El miércoles le dije que
me lleve al colegio y se río en mi cara.
Cada vez que empiezo a leer uno de mis libros el viene y Eva
haz algo con tu vida, si dejas de tener esas actitudes idiotas el lunes te
llevo al colegio. Pero más te vale que cuando llegues te pongas a limpiar.
Pobre niña la vi llegar tan atormentada, pero se le notaba
en su rostro las ganas de aprender, como si fuera poco le dio la bienvenida la
directora, la señora Antonieta Videla. Recibió a los chicos como lo suele hacer
todas las mañanas, con gritos y maltratos. Cuando entramos al aula observé que
seria una más de mis pimpollitos; tiene una tiene una carita tan angelical y es
muy capaz para las matemáticas. Pensé que la escuela iba a ser un lugar
agradable, pero cuando llegó la directora Videla, todo se puso oscuro.
¡Lagartijas desagradables! Tráiganme un vaso de agua. ¡Ya mismo!, ahh bien.
Ahora obedezcan a la señorita Betty, porque sino van a pasar
cinco horas en el agujero. Mmm estos borregos malcriados se piensan que todo en
la vida es color rosa, es el color del cuaderno que la señorita Betty me dijo
que comprara. No es tan malo el camino de vuelta casa ¿Qué? ¿Pensas que voy a
gastar un centavo en lo que te diga esa estupida señorita Betty? ¡Tonta!
Suficiente que te deje ir al colegio deberías agradecerme, mocosa malcriada. Te
demuestro un poco de interés y ya pensas que te aprecio, esos libros no te
enseñan nada, ignorante, ingenua deberías tenerme miedo. ¡No te tengo miedo!
Dijo Eva sollozando, de pronto Jordán se violento pegándole fuertemente en su
rostro tan pequeño ¡logrando que Eva se golpeara la cabeza contra la mesa y
cayera brutalmente al suelo!. Aunque no era mi hija, yo le tenía un gran
cariño, teníamos una bonita relación de madre e hija.
Bueno señora, gracias por su aporte. La llamaremos en la
semana.
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