jueves, 12 de julio de 2012

Hierba Mala


No puedo creer lo que ha sucedido. Cuando su padre al fin se rebaja, viniendo a nuestro hogar y expresándole su deseo de que lo acompañe a su morada para tener una nueva vida como su heredero, este insolente niño me pide explicaciones. Debí contarle la historia de su madre con el Señor, su verdadero padre. El por qué había vivido en la miseria toda su vida siendo el hijo del Señor, y por qué ahora su padre lo requería. No puedo creer que no entendiese que el Señor, al estar enfermo y sin un heredero, pensara en él como el siguiente administrador del Señorío.
Ahora él ha huido al palacio de quien en realidad es su padre. Se ha enojado conmigo y no quiere ya verme nunca. Dice que yo debería haberle contado esta historia antes de que estos sucesos nos tomaran por sorpresa. Pero el Señor en persona había venido a nuestro humilde hogar a buscarlo. ¿No es esa la mejor manera de enterarse de algo tan importante? Esta situación es preocupante para mí. Sé que Eric no es mi hijo, pero como uno lo he criado, y necesito que sus sentimientos hacia mí sean gratos. Espero que esto se resuelva con el paso del tiempo.
Realmente no puedo creer lo que me ha sucedido. Después de tantos años debo asumir la responsabilidad de ser el heredero del Señor. Debo despedirme de quien yo creía mi padre y dejar todo lo que he aprendido para vivir de otra forma. Al menos mi nueva vida es mucho más lujosa… En el palacio del Señor Thomas puedo comer cuanto y cuando quiera, dormir con sábanas de seda, y hay siervos que se ven obligados a seguir mis órdenes, ya que soy de la nobleza. Pero todos estos beneficios no pueden ocultar mi furia. Quien en realidad es mi padre me ha dado la espalda durante toda mi vida. He vivido en la miseria, en vez de tener los lujos que me merezco por ser su hijo. Y de ninguna manera permitiré que se salga con la suya. Ahora que soy un noble, no tengo por qué permitir que él haga lo que se le ocurra, y verá que, aunque me crié con un siervo, tengo el corazón y el temperamento de un noble.
La situación cotidiana se ha vuelto insoportable, el señor Thomas olvida que soy su hijo y tiende a tratarme, como siempre, sin ninguna distinción ni muestra de afecto. No puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo este hombre enfermo, sigue dejándome en segundo plano, pasando por alto mi derecho como heredero. Quisiera que muera, para así poder derivarme el mando del feudo, ya que el rumbo que estamos tomando va en picada. Como futuro heredero, ¿debería tomar medidas al respecto?
Es urgente, los siervos están empezando a hacer caso omiso de su mando. Creo que tendré que poner en marcha mi plan, podrá ser una medida drástica, pero es necesario tomarla.
Hoy por la noche, cuando Tim arree las vacas hacia el establo, entraré a su choza y cambiaré las plantas medicinales del viejo Thomas por las hojas de hiedra que aquél nunca me dejaba tocar. Así, quedaré exento de culpa ante el caso de que a alguien le resulte sospechosa su muerte.
El día fue particularmente duro. No tengo ánimos para lidiar con la terquedad de las reses, pero sé que cuando termine, luego de llevarle las medicinas al Señor Thomas, podré descansar. Un último esfuerzo y las vacas ya están adentro.
La puerta de la cabaña está trabada, es extraño, me recuerda a aquellos tiempos en los que Eric solía escaparse por las noches a atrapar insectos. Pobre muchacho, ahora sí, libre de rencores, puedo admitir que la manera de enterarse de las cosas fue brutal. Ser usado como un instrumento, por tu propio padre, ser el trapo sucio que quiere esconder pero luego necesita para sobrellevar su feudo tras la muerte. Brutal.
La rutina de los últimos meses fluye de la inercia, mis manos buscan solas los ingredientes en los lugares correctos y yo las dejo moverse. Abro la puerta y no la trabo, sería un comportamiento ajeno a mí. ¿Por qué la puerta estaba trabada? Voy subiendo las escaleras y la pregunta parece un avispón en mi mente, al que quiero ahuyentar pero no puedo hacer salir. El viejo Thomas está casi dormido. Lo despertaré para que tome sus medicinas.
Estoy bastante asustado, mi desesperación va en aumento, mi Señor no responde, creo que la medicina le ha hecho un mal efecto. Ya no tengo dudas, ha dejado de respirar.
-¡Al fin, todo este tiempo de sufrimiento y espera ha terminado, al fin puedo hacerme cargo de estas tierras que por derecho me pertenecen!
-¿Qué es lo que dices? ¡Tu padre ha muerto y tú festejas en vez de entristecerte! ¿No te das cuenta de lo que ha ocurrido? Tienes mucho que aprender, ¿ahora de quién lo aprenderás?
-De lo que tú no te das cuenta aún, es que yo fui quien asesinó a aquel maldito que no supo hacer frente a la realidad y, en cambio, me llamó sólo cuando su feudo se venía abajo por su enfermedad. Me merezco estas tierras, me pertenecen y necesitaba conseguirlas lo antes posible, ya no podía seguir viviendo con ese pobre enfermo. Y me hizo feliz sentir cómo el veneno de la hiedra le recorría la sangre hasta dejarlo sin respirar.
-Lo que pronuncias me abruma, y si tus palabras son ciertas, espero tengas el valor de confesar todo cuanto me has dicho ante tus siervos y los demás señores, para que por lo menos obtengas el respeto que te mereces.
-Claro que no diré nada, y eso te conviene a ti también, Tim, pues si algo se te escapara no sería muy difícil para mí, Señor de este feudo, acusarte a ti de haber cambiado las medicinas del Señor Thomas. Y ahora te ordeno que te marches a tu choza a dormir, mañana por la mañana quisiera leche fresca.
Está situación me ha superado, jamás lo hubiese esperado, no creí haber enseñado a Eric de esta manera, como para que ahora ni siquiera respete al hombre que lo crió durante tantos años. Al parecer el ser noble se lleva en la sangre junto con la ambición y el egoísmo.
No me arrepiento de nada, mi conciencia está limpia. El plan fue perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario